La base del quiromasaje es el trabajo de los tejidos blandos a través de unos buenos amasamientos, fricciones y percusiones, entre otras técnicas. El conjunto ayuda a liberar la presión en determinadas zonas, favoreciendo el flujo sanguíneo, relajando y disminuyendo el dolor en la zona afectada.
Con un masaje de estas características se pueden tratar dolores musculares (lumbalgias, esguinces, contracturas), liberar el estrés, combatir la celulitis o descargar las piernas.
Durante una sesión de quiromasaje se pueden alternar también otras técnicas en función de cual sea el principal motivo de la sesión: la colocación de kinesiotape, las presiones en puntos clave utilizando la técnica de la digitopuntura, el masaje con ventosas o incluso alguna manipulación quiropráctica si la situación lo requiere. A continuación explicamos con más detalle cada una de estas técnicas.
También utilizamos la auriculoterpia y la reflexología podal si hay algún episodio agudo, ansiedad o migraña. Liberamos presión y dolor de la zona afectada de una manera distante, y de esta manera poder trabajar mejor la zona dolorida.
Por lo tanto, hay que decir que la sesión será personalizada y nos iremos adaptando según las necesidades de cada momento.