El nacimiento es toda una aventura, tanto para la madre como para el bebé, donde ambos deben superar diferentes obstáculos y tensiones para llegar a verse y tocarse de otra forma.
Las contracciones y el paso por el canal del parto le dan al bebé unos masajes que le ayudan a adaptarse y realizar los movimientos necesarios para llegar a su objetivo. Dicho de otro modo, pasar por el canal del parto implica unas fuerzas de compresión, que moldearán la cabeza, y también le acompañarán, estimulando todos los sistemas para la transacción de estar dentro a fuera. Estas contracciones que recibe el cráneo del bebé serán muy importantes para la movilidad del MRP y la maduración de los sistemas.
Una vez fuera, el bebé desarrollará una serie de reflejos primarios para su supervivencia que paulatinamente irá integrando y/o desactivando en función de cuando ya no los necesite. Del mismo modo, la cabeza se irá reorganizando de forma natural después de pasar por el canal de parto. Si uno de estos procesos no se da, la terapia craneosacral acompañará al cuerpo para que este hecho llegue a darse.
La primera sesión a un bebé puede realizarse incluso al poco tiempo de nacer: se trata de una sesión de medida preventiva de posibles alteraciones y enfermedades que pueden llegar a manifestarse más adelante. Se acompaña al cuerpo a reubicarse, si de forma natural no lo ha hecho, puesto que sino, las estructuras se organizan en función de las tensiones que haya. Estas tensiones pueden surgir a partir del parto, o si ha habido alguna compresión en la barriga de la madre para poder adaptarse durante el embarazo, etc. Si no se reubican posteriormente, pueden dar posibles desequilibrios en algún sistema, incluso hasta la edad adulta.
Si más adelante aparece alguna dificultad, se harán las sesiones correspondientes para mejorar su diagnóstico.
Por otra parte, hay partos que han sido difíciles, por ejemplo, por cesárea, bóveda de cordón, partos muy lentos o muy rápidos (se considera normal el tiempo de duración de un parto entre 6 y 8 horas) o por el contrario se ha utilizado alguna ayuda externa como pueden ser los fórceps o la ventosa.
En estas situaciones, la terapia craneosacral puede ayudar en los diferentes aspectos en los que puede haber influenciado este procedimiento en el bebé (puede darse por ejemplo, asimetrías en la cabeza y la cara, alteración en algún sistema, etc). El procedimiento se hará escuchando en cada momento que es lo que necesita que se acompañe e ir trabajando capa a capa, de forma individual hacia una regulación global, ya que cada sistema reacciona de forma diferente en una misma circunstancia. Es importante también acompañar a la madre, ya que el proceso lo han vivido ambos y quizás lo han integrado de manera diferente, si la madre no está tranquila y en su centro por lo que ha vivido, se debe poder acompañar para que esta conexión que tienen madre e hijo esté en sintonía.
En una sesión con un bebé o un niño, se priorizará el bienestar de éste y será el terapeuta el que se adapte a él, ya sea haciéndole la sesión mientras da pecho, mientras juega, mira un cuento, cantando, etc., creando así un ambiente de confianza conjuntamente con la familia.
Además, en función de lo que se trabaja quizá el niño tiene la necesidad de realizar unos movimientos para integrar el trabajo, como podría ser los movimientos del proceso del nacimiento que no pudo hacer en su momento. Un diálogo entre el terapeuta y la familia ayuda a crear este espacio de confianza y cooperar conjuntamente durante la sesión.